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SALGAMOS DE LA CIUDAD

Este es el relato de un proceso. El relato del ser urbano.

Mumford no se equivocaba cuando describía la ciudad del siglo XIX como un lugar insalubre, contaminado, confuso, estresante, anónimo, superficial, artificial… en oposición a la naturaleza, evocación del paraíso perdido, organismo estable, equilibrado, puro.

Salgamos de la ciudad. Volvamos a lo natural. Volvamos al lugar del que nunca debimos salir, un lugar auténtico, donde las personas pueden desarrollarse con arreglo a lo que es natural en ellas. Entonces, salimos a lo natural. Lo natural en oposición a lo urbano. Sin reglas – las reglas son para la ciudad – libres por fin. La ciudad normaliza y regula, el Poder ejerce prácticas biopolíticas (Amin y Thrift, 2002:28), segrega, convierte al ciudadano en “persona promedio” (Wirth, 2005:10). El ser urbano negocia los términos de su práctica sensitiva en el orden de la ciudad.

Salgamos de la ciudad. Opongámonos a las normas de la ciudad, seamos honestos, juguemos limpio. Salgamos a la montaña para volver a ser puros.

Salgamos de la ciudad, superemos las grandes paredes, ascendamos a las cumbres más altas, lleguemos a los lugares más inaccesibles - Citius, altius fortius – y recuperemos los valores perdidos, naturales en el ser humano: compañerismo, superación, dificultad, compromiso, esfuerzo, riesgo.

Salgamos de la ciudad, abracemos la naturaleza, pero llevémonos nuestras prácticas cotidianas (De Certeau, 2008). Midamos la distancia, la altura, el grado, la marca temporal. Innovemos. Exploremos, dejemos nuestra huella, construyamos, fotografiemos, geoposicionemos, compartamos, instalemos, inventemos.

Salgamos de la ciudad. Establezcamos un orden moral diferente, identifiquémonos por seguir sus dictados. Distingámonos. Nosotros somos puros, ellos no. Adoptemos un código de conducta – saludémonos, seamos solidarios entre nosotros – adoptemos códigos estéticos, códigos de práctica, códigos temporales a través de los cuales poder reconocernos como iguales y, al mismo tiempo, como diferentes.

Salgamos de la ciudad. Hagámoslo en grupo. Formemos parte de las instituciones. Cobremos fuerza frente al poder. Defendamos nuestro estilo de vida. Visibilicemos sus beneficios. Seamos prescriptores de nuestra práctica, porque es buena.

Salgamos de la ciudad. Negociemos nuestra experiencia en la naturaleza con el orden que hemos establecido en la misma, reclamemos espacios segregados, busquémoslos,  produzcamos espacio (Lefebvre, 2013) más allá del orden, transformémoslo.

Salgamos de la ciudad. Establezcamos relaciones diferenciadas, interacciones superficiales, efímeras, dejémonos llevar por nuestros convencionalismos.

Salgamos de la ciudad, fiscalicemos nuestra práctica, digamos lo que se ajusta a lo normal - lo que siempre se ha hecho - denunciemos las prácticas que atentan contra nuestro orden establecido, un orden que nunca fue establecido, sino estableciéndose, sin llegar nunca a establecerse. (Analogía Delgado, 1999)

Seamos urbanos.

 

Amin, A., Thirft, N. (2002) Cities: Remining the urban. Cambridge. Polity Press.

De Certeau, M. (2008) Andar en la ciudad. Revista Bifurcaciones nº 7, pp: 1-17.

Delgado, M. (1999) El animal público. Barcelona. Anagrama.

Lefebvre, H. (2013) La producción del espacio. Madrid. Capitán Swing Libros.

Steiner, R. y Van Dyke, W. (Directores). (1938). The City [Película]. American Institute of Planners.

Wirth, L. (2005) El urbanismo como modo de vida. En Bifurcaciones nº 2 Colección reserva. Pp: 1-15.


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