Los
deportes de montaña son aficiones que tienen multitud de beneficios
para la etapa de la infancia y la adolescencia. Ejercicio físico,
socialización, hábitos saludables, contacto con la naturaleza...que
duda cabe.
No
lo estropeemos:
-Si
te gusta la montaña es normal que quieras que a tus hijos/as también
les guste, pero puedes caer en el error de que sea PARA HOY.
¿Quién marca el ritmo? Tu hijo/a, por supuesto. Si lo/a cuelgas de
una cuerda y no ha llegado a la primera chapa pero te pide bajar, hazle caso y NO
INSISTAS. Mentaliza esta frase: “LO QUE
TU DIGAS”. Recuerda que estamos creando HÁBITOS DE OCIO Y
TIEMPO LIBRE. ¿No te parece que ya tiene bastantes obligaciones en
su vida cotidiana?
No
hace falta decir que, si no le gusta la primera vez, habrá que tener
paciencia... y respetar sus gustos, claro. Quizá acabe gustándole
mas la natación, por ejemplo (¿Podrás superarlo...?).
-Eso
implica que tu hijo/a debe EXPERIMENTAR otros deportes además
del que te guste a ti. Y cuantos más, mejor, ya que a estas edades
lo más importante es que el niño/a reciba el mayor número de
estímulos posible, no que se convierta en un mono de feria.
-Si
te has propuesto realizar una actividad con tus hijos/as, adapta
la actividad a las capacidades de tus hijos/as. Es la única
manera de que algún día ellos quieran realizar contigo la ruta que
tu estas deseando hacer hoy con ellos.
Planifica
la actividad teniendo en cuenta que:
-El
interés de tu hijo/a por llegar a un lugar donde hay un buzón, una
cruz y muchas piedras es
directamente proporcional a su edad.
-Todas
las capacidades físicas de tu hijo/a aumentan y se desarrollan
progresivamente hasta alcanzar la maduración. De menos a mas. Como
no sabes en que punto de su desarrollo está, no lo
supongas. Si quieres saber el grado de dureza de la actividad
para tu hijo/a, pregúntaselo.
Y cree en lo que te dice, claro, aunque tu no estés cansado/a. Te
puede resultar útil la Escala
de Borg, ya que a
veces los niños/as no saben valorar acertadamente cuál es el grado
de dureza de lo que están haciendo.
-En
los niños/as, la
proporción de superficie corporal con respecto a la masa corporal, es
mayor.
Es decir,
tienen proporcionalmente más superficie de piel que los adultos. Eso
quiere decir que, si hace frío,
el calor tiene más superficie para disiparse, así que las pérdidas
de calor son mayores que en los adultos. Abrígalo. Por el contrario, si hace calor, la mayor superficie de piel hace que sea más
sensible al calor y a la deshidratación. Protégelo
del sol y
del calor,
y lleva abundante
agua.
-Equipa
a tu hijo/a.
No le mandes a una excursión con botas de jugar al fútbol. Si le
compraste unas botas para jugar al fútbol que valen una pasta, ¿Por
qué no le compras unas botas para que vaya a la montaña?
-Los
niños/as no llevan incorporados filtros solares en sus retinas.
Necesitan gafas de sol, como tu. Efectivamente, se les van a
quedar pequeñas, al igual que el vestido de comunión.
-Equipa
a tu hijo/a para la actividad que va a realizar, ni mas ni menos.
Si tienes dudas, pregunta.
-Educa
a tu hijo/a en la práctica responsable de la actividad:
Que vea que te tomas trabajo en garantizar su seguridad y la tuya
propia, que está todo bien organizado, que se puede fiar de ti si
vuelve a la montaña contigo, que eres solidario/a con las demás
personas y respetuoso/a con la montaña y, sobre todo, que no estás
dispuesto/a a tolerar que se salte ninguno de tus principios.
-Nunca
pierdas de vista a tu hijo/a.
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